domingo, 13 de febrero de 2011

EL CIELO DELANTE NUESTRO

VERSIÓ EN CATALÀ



De vez en cuando la casa se me llena de filósofos. Llegan cargados con pastelitos de crema, helado de vainilla y vino blanco. Nunca traen bombones, por demasiado obvios. Pero llegan dispuestos a arreglar el mundo. Visible e invisible. A menudo hay ángeles que cruzan el comedor, se esconden en los cajones que quedan medio abiertos, esperan impacientes el inicio de nuestras conversaciones. Son como los ángeles de Rilke, terribles e inocentes, paseándose entre el cielo y el infierno.

Si alguna vez llegamos a verlos, invocamos a  Emanuel Swedenborg -el personaje más extraordinario de la historia según Borges- que pasó media vida conversando con los ángeles y paseándose entre el infierno y el paraíso. Entonces es posible que alguien, en un ataque de nostalgia, empiece a recitar fragmentos de la Divina Comedia y asegure haber visto la sonrisa de Beatrice, vestida de azúl, despidiéndose de Dante entre la nevera y el microondas.

Y ya no sabemos si contemplamos el cielo delante nuestro o la vulgar imitación de un infierno cualquiera.


Si las puertas de la percepción se depuraran, todo aparecería a los hombres como realmente es: infinito.
Las bodas del cielo y el infierno. William Blake


Tenemos un miembro de nuestra tribu luchando entre la vida y la muerte. Está a punto de cumplir 16 años y todas nuestras filosofías no sirven para nada. Una décima de segundo, un maldito accidente y ya no vuelves a casa nunca más. La familia, los amigos... simplemente esperamos. Esperamos el milagro más difícil de todos. Un intercambio equivalente alquímico. Un milagro. Sólo queremos que vuelva a casa. Y no comprendemos nada.

No creo en más infierno que tú ausencia...

3 comentarios:

  1. Ya ves, es tan fácil el dolor por algo ajeno, que cada día sin darnos cuenta recubrimos con no sé que, no sé donde para cubrirnos, para que no nos salpique el dolor.
    Pero, cuando nos pilla descuidados, cuando no tenemos recubierto eso que no sé que es, nos pilla de sorpresa y duele. Siempre nos pilla descuidados cuando le sucede a alguien a quien queremos, conocemos o pasa de alguna manera por nuestra vida.
    El dolor ajeno siempre es, el preludio de un cambio; y por desgracia casi siempre gira a peor.
    Animo y, no comprender nada es la naturaleza final del ser humano.
    Un abrazo Julia

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  2. Amiga, lamento tremendamente esto que nos dices... En estos casos, no hay palabras posibles de consuelo... Nada se entiende entonces... Espero que todo salga bien y se recupere...

    Un abrazo fuerte

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  3. Si la visión de un ángel hace que los presentes reciten la Divina Comedia yo, quiero verlos…estas segura que son pastelitos y vino blanco.

    No tengo palabras para expresar mi pesar, espero que vuelva no se puede marchar con solo 16 años. Un beso y mis mejores deseos

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